Con fecha de 2 de febrero, cerramos definitivamente el blog "Galeón de Noviembre". Hemos esperado todo este tiempo desde que anunciamos su posible supresión ya que creímos que estaba siendo útil a sus numerosos lectores, puesto que las estadísticas dan un total de unas 30.000 visitas, pero solo cinco o seis personas respondieron a mi solicitud de contestación para que no considerase mi trabajo (gratis et amore) aprovechable.
GALEON DE NOVIEMBRE
martes, 2 de febrero de 2016
jueves, 19 de febrero de 2015
Tarjetas de publicidad farmacéutica en la segunda mitad del siglo XX (III)
Estimado Luis Jesús: muchas gracias por su amable comentario a la entrada de "Tarjetas publicitarias farmacéuticas". Creí que era tema que no había interesado a nadie por lo que me han alegrado mas sus palabras, ya que es usted una de las pocas personas (y desde la publicación del blog hay cerca de 14.000 lectores) que ha tenido la amabilidad de escribirme.
A continuación publicamos las tarjetas firmadas por Echaúz que aún nos quedaban, aunque "Promesa" editó otras muchas de distintos artistas.
A continuación publicamos las tarjetas firmadas por Echaúz que aún nos quedaban, aunque "Promesa" editó otras muchas de distintos artistas.
miércoles, 11 de junio de 2014
Tarjetas de publicidad farmacéutica en la segunda mitad del siglo XX (II)
Con las imágenes que siguen damos por concluida esta entrada (aunque quedan muchísimas más) dado que es tema que no parece haber interesado en absoluto a mis lectores.
Medicinas infantiles
Para concluir, dos curiosas tarjetas
martes, 6 de mayo de 2014
Tarjetas de publicidad farmacéutica en la segunda mitad del siglo XX
Mi
adicción al papel, tanto de fabricación manual (del que tengo una buena e
intersante colección con marcas de agua) como del impreso, que me viene de
lejos (ya cuando tenía unos 14 años (¡bendito Dios, debió ser en el siglo
XIII!) me traje de casa de unos queridos tíos navarros los restos (y así lo
digo porque carece de portada y primeros fols. y parte del Nuevo Testamento
está escrito a mano, seguramente por alguno de mis innumerables antepasados
sacerdotes) un preciosa Biblia, yo
creo que alemana (la verdad es que no lo he intentado averigüar y debería),
junto con unas Meditaciones de San
Anselmo en latín, Roma, 1697. Los años han empeorado esta afición-adicción y
hoy voy a ofrecer a mis posibles lectores algunas tarjetas de un “montón” que
adquirí en un puesto “adoquinado” del Rastro madrileño, ejemplo del Arte (¿por
qué no calificarlo así?) publicitario de las Compañías farmacéuticas, que
enviaban a sus posibles compradores: médicos -como es el caso de las que yo
conservo- o farmacias. No vamos a escanear todas, pero sí las más
significativas. Y una vez abierto este mundo, seguiremos con antiguas postales
(de Buenos Aires, de Egipto, de Estados Unidos), fotografías (de estudio y
algunas muy interesantes de una imprenta de hacia 1915 y de un Santander hoy
irrepetible) y muchas cosas más.
Las tarjetas que damos a conocer son de los años 1951, 52 y 53 (dato que
figura en el matasellos de algunas, ya que habitualmente se enviaban sin sobre)
y corresponden a diversos dibujantes y distintos fabricantes de fármacos. Por
cierto, de aquella fecha a la de hoy, creo que sólo subsiste el Ceregumil y el Sulfintestín.
Madres con niños

Colección de la farmacéutica Promesa, que toman como base la obra pictórica de F. Echaúz
Los meses del año
Colección de la farmacéutica Promesa, que toman como base la obra pictórica de F. Echaúz
miércoles, 12 de febrero de 2014
Poesía
Voy a darme
un respiro de tanto tema histórico y a publicar unos poemas que me quedan y
que, aunque se publicaron en “Cuadernos del matemático” nº 46, me gustaría que no se me perdiesen.
El invitado
He debido llegar tarde a la fiesta,
están alzados los manteles
y los demás ya han compartido
el pan y la alegría.
¡ Qué barrera de manos enlazadas
donde otro amor es enemigo!
Si fui llamado al gozo de las bodas
¿qué torpe maestresala, desmañado
copero ha equivocado la hora del banquete?
Todo era luz brillante en la antesala
de unas horas que ansiábamos felices;
estallaban en oro las palabras
que aguardaban respuesta venturosa,
los ojos y los labios,
los gestos y las manos, todo era
esperanzado augurio.
Miro y se ahoga el corazón en lodo,
se encenizan las galas
porque sé que las risas
me son ajenas y es ajeno el hondo
mirar de esas pupilas encendidas.
¿Dónde estará el lugar que me esperaba?
¿Quién había de ser el compañero
a quien pedir respuesta y complacencia?
Sueño incumplido. Una vez más recorre
mi esperanza ese límite de júbilo
donde anida el rechazo.
¡Oh, víspera del gozo, iluminadas
horas de ayer que para el hoy nacidas
apenas germen de alegría fuisteis!
Es vano el tiempo y servidumbre vana
si no se cumple el anhelado ahora.
Inútil el trabajo y el esfuerzo
de acompasar la espera a la nostalgia.
Mientras veo escanciar el vino nuevo,
pienso ¿quién a mi nombre añadiría
esa fecha, esa fiesta, quién diría
que había yo de ser el invitado
a quien nadie esperaba, a quien ninguno
de los demás conoce y nadie ama?
¡Qué extraña mi presencia! Me dibujo
como en un raro espejo envejecido
que perdido el azogue, reflejara
mi imagen en un turbio estanque muerto.
Quiero dejar las luces del banquete,
volver a las amadas compañías,
a las que a mis palabras corresponden
con calor y sosiego.
Aunque maltrecho, vuelvo; rechazado
pero sagaz para encontrar el paso
siguiente que me lleve
de vuelta hasta mi casa, aunque las galas
de boda ajadas vuelvan
y me quede un regusto de agrio vino
en la boca que estaba destinada
al beso, a la sonrisa, a la ventura.
multiplican sus nombres
y ya está aquí con su cosecha
de luz, de nuevo junio.
Decimos “otra vez” y una miriada
de alocadas alondras
algarabía los recuerdos.
pero ¿se pueden repetir los sueños?
Ya no es igual el roce de las alas
del pájaro en el aire y habrán muerto
los que cruzaban enlazados
la cúpula del cielo.
Ya no es igual la rosa
(“esta rosa, esa rosa aquella rosa”)
que ya habrá convertido su perfume
en estiércol feraz bajo la tierra.
Ya no es igual la fuerza de los ríos,
otro es el brillo de la sal, son otras
las mareas, distinto
el sol de la mañana al entreabrirse
la ventana a la luz.
No es ésta ya la codiciosa mano
que buscaba en la tuya su engranaje
y mirar con tus ojos me devuelve
figuras deformadas.
Queremos engañarnos; del destierro
de nuestras vidas no volvemos solos
y a nuestro lado suenan las pisadas
de otras sombras, ya eternas compañeras.
Decimos “es igual”, nos olvidamos
de que no compartimos ni tristeza
ni gozo en tantos años,
de que no fueron nuestras tantas horas
que fueron -y serán- tuyas o mías.
¿Quién curará esa herida
para que no se vea la sutura?
¿Cómo podremos el renuevo seco
injertar en la rama
si apenas queda ya calor ni savia?
¿Cómo acompasaremos nuestros pasos
hoy inseguros a la alegre prisa
que ayer los hizo firmes?
Cerremos de un vez la madriguera
donde anida el recuerdo, y olvidemos.
porque pronto atardece y no verdea
ya la rama y otoño nos convoca.
Por
eso como un potro se desboca
sin brida el corazón, caracolea,
se alza impaciente, grita, campanea
porque quiere ser ala y no ser roca.
Por eso, sin pudor, a borbotones
el alma se desborda; sinrazones
de la razón inventa, va perdida
de ir y venir, como la paz, que, dada,
vuelve de nuevo, rota, no aceptada
y el dolor agudiza de la herida.
están alzados los manteles
y los demás ya han compartido
el pan y la alegría.
¡ Qué barrera de manos enlazadas
donde otro amor es enemigo!
Si fui llamado al gozo de las bodas
¿qué torpe maestresala, desmañado
copero ha equivocado la hora del banquete?
Todo era luz brillante en la antesala
de unas horas que ansiábamos felices;
estallaban en oro las palabras
que aguardaban respuesta venturosa,
los ojos y los labios,
los gestos y las manos, todo era
esperanzado augurio.
Miro y se ahoga el corazón en lodo,
se encenizan las galas
porque sé que las risas
me son ajenas y es ajeno el hondo
mirar de esas pupilas encendidas.
¿Dónde estará el lugar que me esperaba?
¿Quién había de ser el compañero
a quien pedir respuesta y complacencia?
Sueño incumplido. Una vez más recorre
mi esperanza ese límite de júbilo
donde anida el rechazo.
¡Oh, víspera del gozo, iluminadas
horas de ayer que para el hoy nacidas
apenas germen de alegría fuisteis!
Es vano el tiempo y servidumbre vana
si no se cumple el anhelado ahora.
Inútil el trabajo y el esfuerzo
de acompasar la espera a la nostalgia.
Mientras veo escanciar el vino nuevo,
pienso ¿quién a mi nombre añadiría
esa fecha, esa fiesta, quién diría
que había yo de ser el invitado
a quien nadie esperaba, a quien ninguno
de los demás conoce y nadie ama?
¡Qué extraña mi presencia! Me dibujo
como en un raro espejo envejecido
que perdido el azogue, reflejara
mi imagen en un turbio estanque muerto.
Quiero dejar las luces del banquete,
volver a las amadas compañías,
a las que a mis palabras corresponden
con calor y sosiego.
Aunque maltrecho, vuelvo; rechazado
pero sagaz para encontrar el paso
siguiente que me lleve
de vuelta hasta mi casa, aunque las galas
de boda ajadas vuelvan
y me quede un regusto de agrio vino
en la boca que estaba destinada
al beso, a la sonrisa, a la ventura.
Para el olvido
Decimos “es igual”, porque los díasmultiplican sus nombres
y ya está aquí con su cosecha
de luz, de nuevo junio.
Decimos “otra vez” y una miriada
de alocadas alondras
algarabía los recuerdos.
pero ¿se pueden repetir los sueños?
Ya no es igual el roce de las alas
del pájaro en el aire y habrán muerto
los que cruzaban enlazados
la cúpula del cielo.
Ya no es igual la rosa
(“esta rosa, esa rosa aquella rosa”)
que ya habrá convertido su perfume
en estiércol feraz bajo la tierra.
Ya no es igual la fuerza de los ríos,
otro es el brillo de la sal, son otras
las mareas, distinto
el sol de la mañana al entreabrirse
la ventana a la luz.
No es ésta ya la codiciosa mano
que buscaba en la tuya su engranaje
y mirar con tus ojos me devuelve
figuras deformadas.
Queremos engañarnos; del destierro
de nuestras vidas no volvemos solos
y a nuestro lado suenan las pisadas
de otras sombras, ya eternas compañeras.
Decimos “es igual”, nos olvidamos
de que no compartimos ni tristeza
ni gozo en tantos años,
de que no fueron nuestras tantas horas
que fueron -y serán- tuyas o mías.
¿Quién curará esa herida
para que no se vea la sutura?
¿Cómo podremos el renuevo seco
injertar en la rama
si apenas queda ya calor ni savia?
¿Cómo acompasaremos nuestros pasos
hoy inseguros a la alegre prisa
que ayer los hizo firmes?
Cerremos de un vez la madriguera
donde anida el recuerdo, y olvidemos.
“El
amor es un potro desbocado…”
Porque no nos amarguen en la boca
las palabras de amor que amor
recrea,porque pronto atardece y no verdea
ya la rama y otoño nos convoca.
sin brida el corazón, caracolea,
se alza impaciente, grita, campanea
porque quiere ser ala y no ser roca.
Por eso, sin pudor, a borbotones
el alma se desborda; sinrazones
de la razón inventa, va perdida
de ir y venir, como la paz, que, dada,
vuelve de nuevo, rota, no aceptada
y el dolor agudiza de la herida.
miércoles, 18 de diciembre de 2013
Algunas veces hay que contestar
El texto que va a continuación andaba perdido y no ha debido tener difusión ninguna. Como creo interesante su contenido, lo incluyo ahora para conocimiento de mis posibles lectores.
En el último número de Ínsula (1), monográfico con el título Nuevas trazas para la ficción de pícaros,
publica A. Rey en sus páginas 16-18 un artículo, Tras las huellas del autor del Lazarillo, cuya lectura merece
algunas puntualizaciones.
Se inicia con una dogmática afirmación: “El Lazarillo es una novela
anónima”, con la cual Rey podía haber dado fin a su trabajo, porque ¿qué
huellas y de quién vas a seguirlas? La continuación es la conocida retahila de
atribuciones en una exposición más propia de un maestro que da cuenta por vez
primera a sus alumnos de un tema para ellos desconocido que de un profesor
universitario que se dirige al público supuestamente culto y enterado de una
revista como “Ínsula”, con datos
procedentes de cualificados investigadores y que no le merecen el más mínimo
comentario. Menos mal que declara no tener tiempo ni espacio para ofrecernos la
nómina completa… Todo ello transcurre como el más reposado relato hasta llegar
al “hallazgo” (ni la palabra es mia ni su difusión mediática) del “legajo de
correcciones de Lazarillo y Propaladia” de que di noticia en su dia
en A vueltas con el autor del Lazarillo (2). Aquí la cosa cambia y Rey para apoyar su
rechazo a mi atribución de la obra a Hurtado de Mendoza (posible, no seguro
autor), recurre nada menos que a la filóloga Navarro, tan prestigiada en el
mundo de la investigación lazarillista como valorada por sus elucubraciones
sobre Alfonso de Valdés, la cual hace año y medio, al aparecer mi libro, con la
delicadeza que la caracteriza, tuvo a bien dedicarme unos denigrantes
calificativos, sin pasar, naturalmente, de la lectura de las primeras 37
páginas de la obra. Pues bien, Rey (y permítaseme este trato de confianza, dada
la familiaridad con que él habla de mí), con tan bien informada valedora,
transcribe literalmente los párrafos de la filóloga, con quien -según su declaración-
coincide totalmente. Por cierto, dada su amistad con ella, podría indicarle que
precisamente archivera (profesión que a ambos parece darles escalofríos) es una
de las que no he ejercido; puede llamarme (y usted) doctora, Directora de
Museos, investigadora, historiadora del Arte, paleógrafa, autora de una Tesis
de ineludible consulta para los investigadores de temas del libro y la imprenta
(hoy en la “red” por solicitud de la propia Universidad Complutense) o Commander
British Empire (que también lo soy), pero, -y lo lamento- archivera, no.
Rey, cervantista, según parece no demasiado interesado en temas de
picaresca, por lo menos hasta ahora, una vez salvado -al alimón con Navarro- el
“hallazgo”, prosigue con su tema, repitiendo incansable todo cuanto los demás
han dicho, y nos ofrece lo que denomina de manera rimbombante “perfil ideoló- gico,
social e incluso vital de su autor, aunque sea hipotéticamente”: que era
toledano o había vivido en Toledo, que había estudiado en Salamanca, que debió
ser alguien muy cercano a la
Iglesia , que era un humanista destacado “entre los mejores de
su tiempo”, buen conocedor de los clásicos, esforzado por crear “un estilo
distinto al suyo habitual” y “cercano al erasmismo”. Estos sí que son
hallazgos. No olvida repetirnos el tema de la pobreza de su tiempo y las medidas
oficiales tomadas contra los pobres, la referencia a los Gelves, a las Cortes
de Toledo, a la expresión de “los cuidados del Rey de Francia”, en fin a los temas
archiconocidos y archiestudiados de la novela. Si el filólogo, en vez de
limitarse a seguir a Navarro, en el año y medio transcurrido desde la
publicación de A vueltas con el autor del
Lazarillo, hubiera leido mi
libro, encontraría los razona- mientos (no absurdos) según los cuales todos y
cada uno de los puntos que él trata fue- ron ya debidamente expuestos por mí, ninguno
de los cuales repugna la autoría de don Diego. Léame y encontrará muchas más
razones que puede agregar a su farragosa retahila y no olvide tampoco la
lectura de Un par de vueltas más, trabajo
aparecido en la revista Lemir (3).
Creo que con otro año y medio le bastará.
Notas:
1.- Nº 778. Octubre 2011
2.- Calambur, 2010
3.- Lemir 15 (2011): 217-234
sábado, 24 de marzo de 2012
Para aligerar un poco, vámonos a la poesía. ¡No se asusten! Son los únicos y últimos poemas mios que figurarán en el blog. Han aparecido en la Revista "Nayagua", que edita la Fundación José Hierro de Getafe, pero necesidades económicas les han hecho digitalizar la publicación y no creo que si tengo algún lector vaya a buscarme allí. En fin, una explicación como otra cualquiera. A mí en este campo solamente me conoce el género "poeta" por un librillo de hace muchos años ( El peso de las estrellas, que fue accésit del Premio de Poesía "Francisco de Quevedo", como ya he dicho en otra entrada de este blog, y publiqué en edición muy limitada) y por algunos poemas sueltos aparecidos en "Ágora", "Poesía Española" y otras revistas.
la que nos hiere, que una luz más alta
hace nacer las sombras, las destruye.
Y así aquel rostro que decía
"yo soy la dicha, espera" o "todavía es tiempo",
lo borra el fuego que del fuego nace.
Justicia de la luz que desvanece
la materia encendica, que libera
la dolida y profunda esencia renovada
y la deja en su ser y la transforma
y nos parece arena, sombra turbia,
cuando es tan sólo claridad del alma.
Y nos estremecemos, no podemos
resistir la belleza sin escoria.
Una aflicción, una congoja nace
de su contemplación, y tan absortos
nos deja el fuego que agoniza
que somos incapaces de ver entre esas llamas
el verdaero rostro en fervorosa
quietud de penitente transformado.
Símbolos celebrados, transparentes
sombras que desordenan lo visible
y hacen de la inocencia su destino
en medio de una lluvia de ceniza.
Así, entre lo real
y lo irreal y lo increado,
y lo irreal y lo increado,
la poderosa luz se impone, rasga
la tenue claridad que imaginábamos
real por evidente, y la convierte
en elevada y fiel, liberadora,
total y omnipresente forma eterna.
Para que ignore
que aun florecen las rosas,
piadosas manos le cegaron.
Un gesto de piedad lleva su frente
hacia la tierra. Nada tan hermoso
como ese pecho donde tantas horas
busco el amante
acogida y calor, no entendimiento.
¡Tanto amor, tanto amor, tan hondamente
amor naciendo en las entrañas!
Deseable, ocupaba los lugares
últimos, alejados
y desde allí esperaba las migajas
de una mirada cómplice
de aquel enfermo dios.
Pudo haber sido alegre mensajero
de alegrías, vivir entre los suyos,
acariciar a una muchacha.
Pudo haber sido amado por poetas,
por pintores y artistas que adoraron
la perfección de su belleza.
Pudo hasta ser feliz, sólo fue entrega
y adoración, temblor,
dichosa lumbre.
Ni siquiera sabemos si su muerte
-terrible y sin quejidos, holocausto
mudo, agonía temblorosa-
fue acogida en las manos de los dioses
con la benevolencia que aquel último
ejercicio de amor les exigía.
Hoy en Olimpia, un mármol palpitante
hace eterno ese gesto en que se ofrece
el amante. No hay sombra de sonrisa
en sus labios, ni gesto olvidadizo,
ni pasión, ni esperanza. Es sólo un hombre
escuchando los últimos latidos de su sangre
mientras espera el paso de la muerte.
Tiempo y muerte
Esa mano invisible que besamoso mordemos en esta travesía
arrastra nuestro cuerpo
por la trama y la urdimbre de las horas.
Tiempo y muerte, seguros vigilantes
a un lado y otro del umbral del llanto
y de la risa, del dolor, del odio,
de la alegría y la desesperanza,
ahí están impasibles si nosotros
elevamos la voz para el orgullo
de un éxito, impasibles para el ronco
alarido del cuerpo atormentado.
Tiempo y muerte inmutables, caminando
a nuestro propio paso, los guardianes
del amor, del olvido, de la incuria,
de la riqueza, el grito y el silencio.
Ahora ¡qué tarde ya! los encontramos
al final del camino
avanzando seguros; los sabemos
herida en el costado cuando apenas
ayer los ignorábamos felices.
Tiempo y muerte, palabras,
sólo eso, palabras y ahora lastre,
cadena entre la niebla, peso cierto
para este caminar de condenados.
Debe existir una palabra,
una palabra que detenga el tiempo
y haga eterno el instante
en que tú y yo nos encontremos.
Detendría mi vida en esa hora
en que mi corazón halló su eco
en el sonoro golpear profundo
de la campana de tu pecho.
Debe existir una palabra
que haga de mármol el momento
en que tus manos y mis manos
sepan del gozo del encuentro.
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